El Campamento Musical terminó con un gran concierto junto al río

 El Campamento Musical terminó con un gran concierto junto al río

Evento formativo enfrentó su versión más compleja en 29 años. La falta de presupuesto obligó a realizar solo cuatro días de clases, ensayos y conciertos. Debido a esa adversidad, el balance fue crítico. Ayer se presentaron diversos elencos en la Isla Teja.

En los Jardines de la Casa Prochelle Dos se realizó el gran concierto de cierre del 29° Campamento Musical Marqués de Mancera, que se concentró, por segundo año consecutivo en Valdivia. Tuvo como sede principal la Escuela El Bosque, que habilitó sus instalaciones para clases, ensayos y conciertos.
En la experiencia formativa participaron niños y jóvenes de 20 comunas; más dos orquestas invitadas: Sinfónica Infantil Juvenil de la Corporación Cultural de Puerto Montt; y la Estudiantil del Departamento de Educación de Nacimiento.

La principal dificultad del evento fue la falta de presupuesto, lo que obligó a reducir a cuatro días la preparación de los repertorios tocados ayer junto al río Valdivia, en la Isla Teja. En la ocasión, el escenario fue para el Ensamble de Guitarras, dirigido por Iván Conde (con la participación especial de la guitarrista argentina Manuela Iparraguirre); la Orquesta de Cámara de Profesores del Camus Mancera, dirigida por Rodrigo Cárcamo; el Ensamble de Cellos, dirigido por Oliver Oporto; el Ensamble de Vientos, dirigido por Facundo Qüense; la Big Band Camus Mancera, dirigida por Gerhard Mornhinweg. También tocó la Orquesta Sinfónica del Campamento Musical Marqués de Mancera, bajo la dirección de Dayana Olmos, Rodrigo Cárcamo y Pablo Matamala, quien es el coordinador general del evento. Uno de los momentos más emotivos ocurrió con la interpretación de la canción “The Final Countdown”, de la banda Europe, que fue tocada con un arreglo hecho por el fallecido músico Mauricio Alarcón. El tema fue elegido como una forma de rendirle un homenaje y reconocer públicamente el trabajo que realizó como director de la Orquesta Infantil Juvenil de Máfil.

Balances

Junto con agradecer el apoyo de diversas instituciones, Pablo Matamala realizó un balance crítico sobre cómo el campamento debió enfrentar su año más complejo. “Aunque logramos salir adelante, en ningún caso lo hicimos trabajando en las mejores condiciones. Nuestro campamento ideal es de diez días, no obstante, lo hemos hecho históricamente en siete, lo que nos permite lograr cosas más significativas. No así en la actual versión, en  la que todo se redujo drásticamente. En ese sentido, el llamado a las autoridades es a que no dejen de apoyar un evento que ha comprobado ser un lugar para la formación y desarrollo de talentos de todas las edades. Acá se producen cambios significativos que luego cada niño, jóven y adulto replica en sus respectivas orquestas y colegios cuando regresa a casa. No podemos permitir que eso se termine”, explicó.

El Camus Mancera fue financiado por la Municipalidad de Valdivia. La Facultad de Arquitectura y Artes de la Universidad Austral de Chile fue una de las instituciones colaboradoras y Gerhard Mornhinweg, director de la carrera de Artes Musicales y Sonoras, participó por primera vez como profesor. Se encargó de trabajar con la Big Band.

“En un campamento de cuatro días difícilmente se pueden generar aprendizajes significativos. Si bien hubo avances, el encuentro fue para que los músicos se conocieran, tocaran juntos y lo pasaran bien durante un rato. El recorte presupuestario hizo que el efecto fuera mínimo y que a fin de cuentas en el concierto final pudiéramos ver un avance más bien simbólico”, dijo.

Y agregó: “Una de las cosas fundamentales que este campamento ha mantenido durante los años es la generación de un espacio donde los niños y jóvenes se dan cuenta de que son capaces de hacer las mismas cosas que el resto. Hay una dinámica en la que cada cual supera sus limitaciones mediante el trabajo en equipo, al ver cómo los compañeros son capaces de resolver desafíos musicales se produce un efecto positivo en todo el grupo. Entonces, eso se ve afectado cuando reduces drásticamente la cantidad de días en que los músicos pueden experimentar ese tipo de cosas”.

Además de lograr los financiamientos necesarios, otro de los desafíos que advierte Gerhard Mornhinweg es que a futuro el Camus Mancera comience a ocupar nuevos espacios físicos que permitan, por ejemplo, un aislamiento acústico que no afecte los ensayos entre instrumentos diferentes.

Reencuentro

El poco tiempo de trabajo también fue un factor analizado por el violinista Rodrigo Cárcamo. El director de la Orquesta Sinfónica Infantil Juvenil del Colegio Bicentenario Felmer Niklitschek participó nuevamente como profesor de nuevas generaciones de músicos; y además dirigió a la orquesta del campamento.
“Tocar un instrumento requiere preparación y cuando tienes pocos días para hacerlo, entonces todo se vuelve más complicado y no se logra el nivel necesario para algunas obras. Frente a esa situación entonces, la alternativa es simplificar las partituras o eliminar movimientos de obras que son más complejas; y eso finalmente se traduce en lograr un trabajo que no es el más óptimo. O que por lo menos no es el que uno proyectaba al inicio del campamento. Pese a lo negativo que parece el escenario, hay un elemento positivo y que tiene que ver con depositar mucha más confianza en los niños y jóvenes músicos para superar los contratiempos. De una u otra manera, en este campamento siempre ha estado presente ese llamado a sacar adelante las cosas como sea, lo que a fin de cuentas igual genera aprendizajes”, explica.

Desde las versiones realizadas en la Escuela Juan Bosch de Niebla, el campamento ha tenido como profesor de flauta traversa a Facundo Qüense. El músico radicado en Italia, que también fue alumno del Camus Mancera, regresó este año y junto con hacer clases se presentó con su grupo Latin Bach, creado en 2022 en el contexto del Camus Mancera.

“Venimos saliendo de un contexto de pandemia, donde nuestro campamento fue el único que se mantuvo activo logrando superar dificultades propias de la crisis sanitaria. Siento que hay que celebrar aquello y reconocer que se trata de un evento único que requiere de más apoyo. En algún momento hubo más de 400 alumnos y hasta cuatro orquestas formadas acá, más las que venían de invitadas. Todos los años nos encontramos con cosas diferentes en materia musical y eso siempre es un estímulo para querer volver y contribuir en todo lo que se pueda en que el campamento siga siendo tan grande como siempre lo ha sido”.

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